En una nueva columna de Encuentro en la Rambla, Sergio Antonucci nos invita a recorrer la vida y el legado de Aníbal Troilo, el mítico Pichuco, símbolo eterno del tango argentino.
Desde su infancia en el barrio de Abasto, donde cambió la pelota por el bandoneón, hasta sus noches de gloria en los escenarios porteños, Antonucci traza un retrato íntimo y sensible del hombre que transformó la melancolía en música. Con anécdotas entrañables —como aquella en la que su madre compró en cuotas el primer bandoneón— y una narración que combina ternura y admiración, la columna recupera al Troilo niño, al maestro y al mito.
A través de su relato, Antonucci nos recuerda al artista que inspiró a Astor Piazzolla, que cerraba los ojos para tocar como si viera mejor, y que dejó una obra inmortal con más de 450 grabaciones, entre ellas Garúa, La última curda y Sur, interpretada junto a Edmundo Rivero.
Entre el recuerdo y la música, el homenaje de Encuentro en la Rambla revive la figura del hombre que hizo del bandoneón un corazón que respira por Buenos Aires.
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